Y.U.R.G.S. -P.4-

Los chicos salieron de los arbustos armados, dispuestos ha abrirse paso por la gruta y pasarían por encima de aquel ser para conseguirlo. Glaiss se adelantó, ya que su arma era de cuerpo a cuerpo, pero justo antes de dar la estocada en pleno estómago del ogro, este lo apartó con la mano, dándole un golpe con una fuerza descomunal, haciéndolo alzarse en el aire para caer unos metros más allá. El ogro gruñó y dio un fuerte pisotón, haciendo que la tierra temblase durante un ligero instante. Detrás suya se hallaba la entrada de la gruta de la cual salieron tres pequeños ogros, comparados con el gigante que la custodiaba, armados con extrañas espadas; aquella raza no era normal. Todos dirigieron sus ataques hacia Asch pero antes de que le tocasen un pelo, Glaiss se había interpuesto y le había protegido con el arma en la mano y haciéndola chocar contra la de sus enemigos, Asch aprovechó esta situación, alzó su arma y apretó el gatillo, disparándole en la cabeza a uno de los ogros, el cual cayó muerto al instante pues el casco no había parado la bala. Ambos chicos pretendieron volver ha hacer la misma estrategia pero esta vez no salió como esperaban pues el gran ogro dejó caer su gran maza con una fuerza brutal sobre ellos. El príncipe elfo quedó con una rodilla apoyada en el suelo, con los brazos estirados y aguantando todo el peso de la maza y el que el propio ogro ejercía.
-Vamos, ¿a qué esperas? Acaba con él, deprisa.-Decía mientras trataba de soportarlo ya que no quería morir aplastado. Asch no dudó en salir de detrás del elfo, alzar el arma y disparar repetidas veces al gigante, sin embargo, sus balas no le hacían ni cosquillas, rebotaban sobre su piel y salían disparadas en dirección contraria, dejando al joven príncipe humano bastante confuso. El ogro volvió a levantar la mano para acabar de una vez por todas con él y trató de darle un manotazo, pero el impulsivo Glaiss lo interceptó, mandándole lejos, mientras que Asch observaba como el mazo bajaba rápidamente hacia él sin que pudiese ni reaccionar.

Un escaso metro faltaba para morir bajo su maza cuando un cortante sonido, procedente de detrás del gigante, cruzó el aire. Un látigo de cuero negro había parado el golpe y la hacía retroceder hacia las rocas. Parecía que algo increíblemente fuerte tiraba de él hacia atrás haciendo que el ogro soltase la maza, que se quedó clavada en las rocas. Detrás de estas, salió la persona poseedora de aquel látigo ocultada bajo la capucha de una tela morada, volvió ha alzarlo y lo amarró a los pies del ogro, tirando hacia atrás para derribarlo. Glaiss aprovechó, y como venganza, rebanó su cuello con el filo de su espada.
Asch se había quedado totalmente quieto, mirando al encapuchado con una ceja alzada, pues hasta él había vuelto a llegar el intenso olor a jazmín pero ahora con más fuerza. Aquella persona agarró la tela de su capucha con ambas manos y la retiró de su cabeza, dejando ver el bello rostro de una mujer joven, de unos dieciséis años, con los cabellos rosados que caían en cascada por su espalda. Una ladeada sonrisa apareció en su rostro y no dudó en hablar cuando posó los ojos en el príncipe humano.-¿Me echabas de menos?
-¿Qué haces tú aquí?-Asch se pasó una mano por la cara, molesto, cosa que se transmitió en su forma de hablarla- Tu no deberías estar aquí.
La chica se crispó ante aquel tono de voz, infló los carrillos mientras respiraba hondo y agarró el cuello de la vestimenta del muchacho.
-¿Esas son las palabras que le dedicas a tu prometida cuando te salva la vida?
De un movimiento, se soltó y se cruzó de brazos, apartando la mirada de ella mientras rechinaba los dientes antes de gritarle, evidentemente enfadado.- ¿¡Quién te ha pedido ayuda!?
Ella le devolvió el grito, estirando los brazos con los puños cerrados ha ambos lados de su cuerpo, con las mejillas rojas de la indignación- ¡Si no te hubiese ayudado estarías muerto! ¡Eres lo peor! Jamás me casaría contigo -Apartó la mirada de él.
Asch se quedó en blanco ante aquellas palabras, guardó las armas en sus fundas y la miró, con una frialdad que intimidaba a cualquiera- Eso lo hablas con tu padre...-Desató el largo trabuco que llevaba a la espalda y se lo colocó en su nuca, sujetándolo con ambas manos, y caminó hacia el interior de la gruta, sin decir una palabra más.
Glaiss, que había observado la escena sin abrir la boca, se acercó a la princesa- ¿Por qué siempre acabáis así? -Preguntó confuso- No os entiendo, se supone que os amáis por encima de todo y lo de vuestra futura boda os ahorra muchas cosas pero siempre os acabáis peleando, de verdad que no os entiendo.-Se apartó de ella y ando en dirección al interior, para seguir a Asch y alcanzarle, ya que les había adelantado mucho camino. El humano permanecía en silencio, con la mirada fija en el suelo mientras que la muchacha, Shenia, andaba por detrás de los dos, cabizbaja y silenciosa. En un instante, Glaiss se colocó junto al humano y le dio una amistosas palmadas en la espalda, y así, los tres, se internaron en la oscuridad de la cueva.

Escrito y publicado por: Asch Redfield
Co-escrito por: Gaia Lowey

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